Nota: algunos nombres fueron alterados para proteger la identidad de los inocentes.
Tiempo atras encontre en el Netflix esta pelicula que en su momento tuvo algo de promocion en Chile. No se porque, pero el titulo me llamo la atencion. Adios a los Niños. Queria saber de quienes eran, de quién se despedian, y hacia donde iban. Asi que apenas se presento la oportunidad me sente con un cuba libre heladito a mirar la dichosa pelicula.
No pasaron mas de cinco minutos cuando cache para donde iba la cosa; otra pelicula del holocausto. A estas alturas ese genero me da una paja enorme, pero como los personajes me simpatizaron prosegui con la historia. Un puber frances en pleno apogeo que hace amistad con otro puber bastante misterioso –nadie debia enterarse que era judío– en una escuela catolica de la Francia de principios de los 40s. El frances, al principio, andaba intrigado con el otro pendejo y se la pasaba analizandolo pero no lo entendia mucho, aunque al poco rato ambos lograron empatizar y terminaron convirtiendose en panitas, como dirian los portorros.
Más o menos así era mi relación con mis niños. En los albores de mi existencia yo no entendía mucho para que estaban donde estaban ni para que servían, pero cuando comprendí lo frágiles que eran trate de darles el mejor cuidado posible. Y así con el tiempo la amistad creció y andábamos juntos en todas partes. No nos separábamos ni un sólo momento. Pero cómo siempre ocurre con todo, el tiempo cambia las cosas y las prioridades expiran y dan paso a otras, y uno termina cuestionandose si vale la pena seguir juntos o no.
Podre parecer mala clase, pero a mi no me costo mucho decidirme, y con la misma naturalidad que el francesito de la película entregaba al judio a los nazis, yo me entregue a la Alicia. Ella, tan cordial como de costumbre, me pidio que me quitara los pantalones y me acomodará, y yo que soy muy tímido ni lo pense y me recosté en la cama con los brazos extendidos hacia atrás.
La mujer manejaba sus manos con una delicadeza que muchos hombres rogarían que su mujer tuviese, y al cabo de un rato yo me sentía tan a gusto que me relaje como no lo hacia en mucho tiempo.
Me quite la polera y quede completamente desnudo en la cama. Ella continuo sorprendiendome con sus destrezas y aunque de vez en cuando me lastimaba un poco, la experiencia me resultaba tan agradable que no me di ni cuenta cuando acabo.
De esta manera me despedí de mis niños. La vasectomia me dejo unas cuantas molestias que con el paso de los días han ido disminuyendo, pero tal cómo ocurrió en la película, ya no vale lamentarse. Ya no hay vuelta atrás. Mis niños se han ido para siempre.
Tiempo atras encontre en el Netflix esta pelicula que en su momento tuvo algo de promocion en Chile. No se porque, pero el titulo me llamo la atencion. Adios a los Niños. Queria saber de quienes eran, de quién se despedian, y hacia donde iban. Asi que apenas se presento la oportunidad me sente con un cuba libre heladito a mirar la dichosa pelicula.
No pasaron mas de cinco minutos cuando cache para donde iba la cosa; otra pelicula del holocausto. A estas alturas ese genero me da una paja enorme, pero como los personajes me simpatizaron prosegui con la historia. Un puber frances en pleno apogeo que hace amistad con otro puber bastante misterioso –nadie debia enterarse que era judío– en una escuela catolica de la Francia de principios de los 40s. El frances, al principio, andaba intrigado con el otro pendejo y se la pasaba analizandolo pero no lo entendia mucho, aunque al poco rato ambos lograron empatizar y terminaron convirtiendose en panitas, como dirian los portorros.
Más o menos así era mi relación con mis niños. En los albores de mi existencia yo no entendía mucho para que estaban donde estaban ni para que servían, pero cuando comprendí lo frágiles que eran trate de darles el mejor cuidado posible. Y así con el tiempo la amistad creció y andábamos juntos en todas partes. No nos separábamos ni un sólo momento. Pero cómo siempre ocurre con todo, el tiempo cambia las cosas y las prioridades expiran y dan paso a otras, y uno termina cuestionandose si vale la pena seguir juntos o no.
Podre parecer mala clase, pero a mi no me costo mucho decidirme, y con la misma naturalidad que el francesito de la película entregaba al judio a los nazis, yo me entregue a la Alicia. Ella, tan cordial como de costumbre, me pidio que me quitara los pantalones y me acomodará, y yo que soy muy tímido ni lo pense y me recosté en la cama con los brazos extendidos hacia atrás.
–Esta es mi primera vez, le confese
–Tratare de ser cuidadosa, respondio con una calida sonrisa.
La mujer manejaba sus manos con una delicadeza que muchos hombres rogarían que su mujer tuviese, y al cabo de un rato yo me sentía tan a gusto que me relaje como no lo hacia en mucho tiempo.
–Tengo calor. ¿Te importaria si me quito la camiseta?
–Por supuesto que no. Quiero que te sientas lo más cómodo posible.
Me quite la polera y quede completamente desnudo en la cama. Ella continuo sorprendiendome con sus destrezas y aunque de vez en cuando me lastimaba un poco, la experiencia me resultaba tan agradable que no me di ni cuenta cuando acabo.
–Ya. Termine– me dijo
–Que rapido
–Ni tanto. Talves no lo notaste porque te dormiste. Estabas roncando...
–Lo siento…
De esta manera me despedí de mis niños. La vasectomia me dejo unas cuantas molestias que con el paso de los días han ido disminuyendo, pero tal cómo ocurrió en la película, ya no vale lamentarse. Ya no hay vuelta atrás. Mis niños se han ido para siempre.