Tacos

Yo no aprendi mucho de modales cuando pendejo. En una familia donde la situacion apenas daba para sobrevivir, habian ciertos habitos innecesarios dada nuestra cruda realidad. No puedo negar que mis viejos no me enseñaran a ser educado y respetuoso, pero la etiqueta distaba de ser una prioridad. ¿Que importancia tenia saber con que cuchara se come el postre cuando con suerte teniamos para comer?

De los buenos habitos que mi vieja intento inculcarme hubo uno que no consiguio. Es que a pesar de la escases de comida, yo he sido siempre un hueon mañoso. Talves por eso se me hace tan facil adueñarme de la cocina y preparar mis propios banquetes. Sin embargo, siempre que me ofrecian algo que no me gustaba se me venia a la mente el recuerdo de mi madre con el aletazo preparado para dejarlo caer sobre mi diminuto cuerpo, y por el solo hecho de cuidar la imagen disimulaba mi desagrado poniendo cara de "esto esta mas bueno que un orgasmo". Pero es terrible tener que tragarse algo que nos desagrada por el solo hecho de no ofender a quien lo preparo.

—Estamos planeando hacer tacos este miercoles. Vamos a estar todos los empleados. ¿Quieres participar?
—... ehhh... ¿como son los tacos?
— .......................... ¿estas bromeando, cierto?



La prueba culinaria mas dificil que he debido enfrentar fue cuando me mude para el Caribe. No pretendo ofender la cocina tipica de la zona puesto que no soy quien para decir si es buena o es mala. Tan solo digo que yo no naci ni me crie alla, y muchos de los productos que emplean en la cocina simplemente se me atascan en la garganta y no los puedo tragar. Yo he debatido este asunto con foraneos y varios parecemos concordar en que el problema es la textura. No hay caso que pueda tragarme las viandas, las frituras de harina de maiz, y especialmente el platano. Ni cocido, ni frito, ni majado. Y renegar del platano en el Caribe es como escupirles en la cara toda vez que es practicamente la base alimenticia de los Caribeños junto con el arroz y las habichuelas. "Tu te lo pierdes," alega mi mujer. "Con todo gusto," replico yo. Mis amigos hacen fiesta cuando llegan los pasteles de platano y yo me divierto deseandoles que les de diarrea si les place.

Fue durante un dia de fines de los 90s que aprendi a aceptar mi condicion de mañoso. Uno de mis conocidos tenia una computadora personal en su casa, un lujo que un hijito de su mama podria costear en aquellos tiempos. Como era de esperarse, el muñeco no era muy habil con el aparato y despues de una breve sesion teorica acordamos una fecha en la que lo visitaria para intrusear su juguete nuevo. Por algun extraño motivo yo presenti la tragedia que estaba por venir, asi que para evitar lo inevitable decidi llegar dos horas despues de lo acordado. Pero hay leyes que no fallan, y apenas entre a su casa oi a su madre exclamando exultante aquello que no deseaba oir.

—¡Llegaste justo cuando vamos a empezar a comer!

Ninguna de mis excusas funciono, y dado que mi insistencia podria empeorar las cosas, no me quedo mas remedio que sentarme en el lugar que me designaron. La mesa estaba preparada y en pocos minutos llego el plato de entrada: caldo de pollo con un huevo revuelto. Del caldo no tengo mucho que decir. Estaba muy apetitoso. Pero siempre me he preguntado porque mierda en Chile tienen que dañar una sopa metiendole un huevo revuelto. Consegui acabar aquel primer plato dignamente, aunque tuve que porfiar un rato para dejar en claro que una repeticion no era necesaria. Sin embargo, todos mis argumentos fueron en vano. El plato de fondo llego caliente y humeante a la mesa, y despues de saber de que se trataba no pude dejar de preguntarme porque algo asi tenia que ocurrirme a mi solamente: bistec de pana con ensalada de lechuga, habas, y palta. Sonrei nervioso y solo atine a pedir que me rellenaran el vaso con Coca Cola. A partir de ahi comenzo el largo y tortuoso proceso de devorar esa delicatessen. Los padres de mi conocido comentaban con tanto entuciasmo lo bien que sabia la comida mientras yo daba dura batallaba por mantener la compostura. Hasta que ocurrio lo inevitable, y de no ser porque alcance a cerrar la boca justo a tiempo mi estomago se vio obligado a recibir lo que con tanto esmero quizo devolver.

—Usted tendra que perdonar mi mala educacion. Su comida esta rica, pero yo no como caldo con huevo revuelto, pana, habas, ni palta, y no me gustaria pasar un bochorno peor del que ya estoy pasando en su mesa —Me explaye a lo Zalo Reyes de tanto aguantarme las nauceas.


Por desgracia, en estos lados mi cara se presta para malos entendidos. Despues del anuncio de los tacos, la secretaria se quedo mirandome incolume por largos segundos, y yo no sabia que decirle. Por eso de las diferencias culturales he debido aprender que aqui es mas importante ser politicamente correcto que honesto, y demasiadas veces mi sinceridad me hace parecer rudo y la gente se ofende con suma facilidad.

—Yo no como comida mexicana. No me gusta la comida picante.
— .......................... ¿estas bromeando, cierto?

La mujer seguia mirandome sorprendida, y yo me no paraba de recordar aquel episodio en casa de aquel conocido. De alguna manera supe que cualquier comida de camaraderia con mis compañeros sera fatal, no solo por la comida mexicana, sino que tambien por la gringa. Yo no como hot dogs ni hamburguesas, y detesto todos esos adornos que aca le ponen a la comida para que tenga algo de color y algo de sabor. Asi que ya vere que cara ponen cuando les diga que no me gusta el ketchup, la mayonesa, y la mostaza, los dressings, los nachos, y los doritos, las salsas picantes y las salsas para la carne. Todos los simbolos maximos de la comida Americana. Capaz y no me invitan mas a comer y mantendran eternamente aislado en mi ya aislada oficina. Al menos, ser mañoso no es causal de despido. Eso creo.